ARTE COMO
AFIRMACION DE LA FORMA
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El autor de este texto es Marcus Steinweg. El título original alemán es "Kunst als Formbehauptung". El texto fue publicado en: MUSAC Ed.: Julie Mehretu. Paintings. Ostfildern: Hatje Cantz Verlag 2006 (ISBN-10 3-7757-1863-9). |
Para Julie Mehretu
1. Quiero defender la
relevancia política del arte y la filosofía en contra
de las posibilidades semánticas de “arte político” y de
“filosofía política”.
Quiero mostrar que “arte político” y “filosofía
política” implican su
autopolitización a diferencia de ser político en sentido
de una política de la
libertad, de lo imposible y de lo más necesario. Esta
política no sería lo que
se suele denominar comúnmente como tal. No sería una
afirmación o defensa de
intereses. Sería resistencia frente al orden de la
realidad
sociopolítica e ideocultural. Se articularía como
negación absoluta con
relación al universo de los hechos y las opiniones que en
él circulan. Sería
una política de la verdad en tanto verdad es lo que se pone en
conflicto con
certezas establecidas, lo que hace tartamudear y silencia a la voz de
las
verdades oficializadas. Quiero mostrar que sólo el arte como el
arte y la filosofía
como filosofía pueden tener sentido político. No se trata
de reducir arte y
filosofía al campo sociológico en el cual se articulan,
ni tampoco de una
definición de arte y filosofía como tarea
política. “Esta es la ilusión de la
izquierda en los últimos decenios”, dice Heiner Müller, “de
los intelectuales
europeos o, mejor dicho, de los literatos, el que podría y
debería haber una
comunidad de intereses entre arte y política. El arte no es en
definitiva
controlable. Siempre puede desligarse del control. Es por eso que el
arte es
[...] subversivo casi automáticamente." (1)
2. Para ser una afirmación de forma y verdad, arte y filosofía tienen que negarse (2) al “orden de ‘hacer política’”. (3) Este es el orden de lo posible, de la pragmática y su prudencia práctica, de la inteligencia situacional. Es el orden de la frónesis, como dice ARISTÓTELES. Es la dimensión de la razón diplomática. (4) ARISTÓTELES llama frónesis a la inteligencia en lo particular, en la no-libertad. Es la inteligencia que opera en relación con la situación en la que decide y actúa. Ésta es (GADAMER lo ha acentuado constantemente) el principio de la hermenéutica: la razón pesante y sopesante. Con esto se aproxima a la valoración de la doxa, del sentido común. Arte y filosofía pertenecen a la resistencia absoluta con respecto a la doxa y la frónesis. Ellas obligan al sujeto a ir más despacio, a frenarse, a renunciar a la fuerza. Filosofía y arte quieren enderezar al sujeto como fuerza de afirmación capaz de resistir al desarme de la doxa y la frónesis. En realidad el sujeto decide y actúa sólo en tanto no toma en cuenta su situación, ignorándola y sobrepasándola, punzando a través de la textura de los hechos. Sujeto no es nada más que el nombre de esta punzada que atraviesa y de la hyperbolé que necesariamente representa. De aquí el recelo respecto al sujeto de una tal autorización propia (5): porque resiste al desarme provocado por el espíritu de los hechos. 3.
Ni en filosofía ni en arte se trata de una prueba o de una
opinión. Se trata
de una posición, de una afirmación. La diferencia entre
una afirmación y una
prueba o una opinión consiste en que aquella tiene que
contentarse sin la
certeza. Filosofía de la afirmación es filosofía
en lo incierto. Traspasa las
modalidades del pensar tradicional como son la reflexión, la
fundamentación, la
crítica y el argumento. Se trata de tocar una verdad como sujeto
en lo incierto
y de dar una forma, lenguaje, a este roce. “Verdad” es el nombre del
límite del
mundo de los hechos. “Filosofía” sólo existe como
contacto con este límite,
como una afirmación desligada de los imperativos de lo
fáctico. El roce con la
verdad tiene que resistir tanto a la certeza de la opinión como
al oscurantismo
de los hechos. Es el roce con lo intocable que deviene así una forma
de vida. 4.
La vida filosófica no es una vida del conocimiento puesto que
permanece
ligada a la verdad y no al saber. No se trata de saber sino de
experimentar el
límite de lo cognoscible. Esta experiencia demanda e implica
saber, pero no se
agota en ningún tipo de seguridad del conocimiento. Una
experiencia de la
verdad rompe con las seguridades de los modelos de certeza. Como sujeto
de la
verdad el sujeto habita la zona de contacto entre saber y verdad.
Mientras que
el saber y su posesión pueden ser descritos, la verdad por
definición no puede
ser poseída. Poseer lo no poseíble es lo que yo llamo
roce con la verdad como
forma de vida. Es la experiencia de una desapropiación completa.
El sujeto ni
siquiera se posee a sí mismo en esta experiencia. Se soporta
como algo extraño
y ocupa el lugar de algo básicamente no familiar. 6.
En el límite del mundo, en este borde del mundo, el
sujeto se
experimenta a sí mismo como límite. El límite es
un nombre posible de su
subjetividad. Es por eso que puede ser considerado un sujeto sin
subjetividad,
puesto que el límite siempre vuelve a cerrar al concepto
sustancial de
subjetividad para el sujeto singular. “Sujeto” es lo que se abre a este
cierre.
Es un sujeto extático de la apertura primordial, sujeto de esta
pobreza y desnudez
ontológica, no es nada más que sujeto del vacío,
de la indeterminación y de la
inesencialidad. Aparece en el pensamiento del siglo XX como sujeto de
la no
familiaridad (HEIDEGGER), como sujeto de lo indecible y la maravilla
(WITTGENSTEIN), como sujeto de lo exterior (BLANCHOT), como
sujeto de la libertad o de la nada (SARTRE), como
sujeto de la falta
ontológica o de lo real (Lacan), como sujeto del caos
o del devenir
(DELEUZE/GUATTARI), como sujeto de la desubjetivación y
del autocuidado
(FOUCAULT), como sujeto del otro (Levinas), como sujeto de la “différance”
(DERRIDA) y como sujeto de lo universal o de la verdad
(BADIOU).
Es un sujeto cuya subjetividad parece coincidir con la dimensión
de lo no
subjetivo: sujeto sin subjetiviad. 7.
Filosofía y arte no se mueven como formas de
afirmación radicales ni están
aseguradas en un principio general más allá del orden de
la factibilidad, pero
esto no con el fin de darle la espalda al mundo y a la realidad como lo
hace la
política dentro del orden de hacer política, sino con el
fin de colocar la
intensidad de su afirmación en otro horizonte, en un horizonte
de lo
interminable y de lo imposible en el cual el sujeto resista a la
absorción de
meros intereses o inclinaciones; como dice KANT. Arte y
filosofía son
formas de autoaceleración de un deseo de afirmación, que
traspasa el horizonte
consensual de la discusión, la argumentación, la
comunicación, la aclaración,
la fundamentación o la autoseguridad reflexiva. Arte y
filosofía existen sólo
en la forma de este traspase, como fuerza de traspase de horizonte,
como fuerza
de afirmación de un sujeto de decisión, es una
decisión que atraviesa el
horizonte de lo posible hacia la dimensión de lo imposible, que
es la dimensión
de la verdad. 8.
“Verdad” es el nombre del hundimiento de los sistemas, las
instituciones
y los archivos de la verdad, que se ocupan de la administración
de las verdades
de hecho, del saber. Verdad es un exceso. Atraviesa el puro
saber y
marca el punto de extrema intranquilidad. El roce de una verdad, que
guía al
deseo de verdad de arte y filosofía es un palpar inquieto de lo
intangible.
Filosofía y arte se dan sólo en la forma de este palpar.
Éste pide al sujeto –
como sujeto del arte, sujeto de la filosofía – que atraviese el
espacio de lo posible,
que es el espacio de la doxa (de la mera opinión) y de
las verdades de
hecho establecidas por ella, y lo suspende durante el momento de la
posición de
la obra – la obra de arte o la afirmación filosófica. 10.
Existe este malentendido con respecto al concepto de forma: se piensa
que forma crea claridad. Esto es falso. La forma es claridad
que produce
desorden, caos! De ahí la difundida timidez – tanto en el arte
como en el
pensamiento – con respecto a la forma. Y de ahí también
la muy corriente
decisión en favor de lo difuso, puesto que lo difuso coopera con
lo claro,
mientras que la afirmación de la forma arriesga una claridad que
no traiciona
la dimensión de la falta de claridad fáctica. 11.
“Si el lugar al que quiero llegar sólo fuera alcanzable gracias
a una
escalera”, constata WITTGENSTEIN, ”renunciaría a ello, puesto
que a donde
realmente quiero llegar, debo en verdad ya estar.” (6) Ya estar donde
uno
quiere ir – esta es la fórmula de un pensamiento que puede
describirse como
pensamiento de la inmanencia, una inmanencia que es capaz de integrar
en sí
misma la trascendencia (su más allá). Tal el pensamiento
de Wittgenstein,
pensamiento que lleva a la inmanencia del ya o del antes
a su
límite a fin de mostrar en medio de la evidencia de la
familiaridad de la forma
de vida una no familiaridad constitutiva, la presencia de lo que
sólo puede
estar presente como ausencia. WITTGENSTEIN ha dicho con relación
a su trabajo
que éste es una “obra de aclaración”, (7) trabajo
de aclarar. ¿Significa
esto que su objetivo fue el de crear claridad? No necesariamente, si
uno piensa
que el producto de la clarificación ciertamente es la claridad,
pero no
hay ninguna claridad que no turbe. 12.
Con la experiencia de verdad se pierde la naturalidad y la familiaridad
de la forma de vida. Por ello, es posible decir que en cada forma de
vida la
dimensión de lo familiar está relacionada con una
no-familiaridad fundamental.
Verdad es aquello que estorba a la pureza y al simple funcionamiento de
una
forma de vida. Llamo roce con la verdad a la experiencia de esta
interrupción.
En contacto con una verdad se pierde la evidencia de la forma de vida.
El
sujeto cae de su marco. Se vuelca en una especie de afuera sin poder ni
siquiera reaccionar a la pérdida de la evidencia y sin estar
preparado para
ello. A la experiencia de la verdad pertenece lo repentino de su
aparecer, una
verdad sólo como evento de verdad, como irrupción de lo
imposible en la
dimensión de la posibilidad. Esta sería una segunda
definición de forma de
vida: una forma de vida constituye el espacio de vida de lo posible. Y
el
límite de este espacio de vida, la interrupción de la
corriente, de la corriente
de la vida, significa que ha irrumpido una verdad. Significa que el
sujeto
roza con el límite de sus posibilidades y de su vida. 13.
¿Qué sucede con el sujeto del rozar? ¿Qué
significa experimentar una
verdad? El sujeto de la forma de vida vive su vida como vida de lo
posible,
como forma de lo posible. Se desliza casi sin resistencia en el espacio
de lo
indubitable. Se puede decir que se vive, lo cual, en este
espacio de una
forma de vida significa: funciona. 14.
Vivir lo invivible, darle a la muerte un lugar en medio de la propia
vida, esto es lo que yo llamo rozar con una verdad. Y creo que la
fisura que
transforma a la experiencia de la forma de vida en un conflicto entre
la
experiencia de lo experimentable y la experiencia de lo no
experimentable,
pertenece a la pregunta por lo ético en general. En la Conferencia
sobre
ética (1929) WITTGENSTEIN insistió sobre la
incompatibilidad de los meros
hechos con la esfera de la ética, caracterizándola como
“sobrenatural”. La
sobrenaturalidad de la ética puede relacionarse con la
dimensión de lo maravilloso
y su carácter eventual. La “maravilla de la existencia del
mundo”, el “mundo
como maravilla" (8) mantuvo a WITTGENSTEIN en vilo desde el comienzo de
su
vida hasta su muerte. Es bien conocida la frase del Tractatus:
“Lo
místico no es cómo es el mundo, sino el que
el mundo sea." (
6.44). (9) 15.
La pregunta que me hago es hasta qué punto el nadar del sujeto
en la
corriente de la vida, su permanencia en una forma de vida, no lo
confronta
necesariamente con esta fisura, con lo maravilloso, con el evento, con
la
verdad, con lo ético y con la muerte; hasta qué punto
entonces en la
experiencia de la familiaridad, la evidencia y la cotidianidad de la
forma de
vida no atraviesa la noche de la no evidencia, de lo no familiar, de lo
extraño
mismo. “Evidencia” o no-evidencia que, como dice Wittgenstein, “me hace
inaceptable aún lo más seguro – la evidencia como tal."
(10) 17.
El sujeto comparte un mundo con otros sujetos. El mundo de los hechos.
En el mundo de los hechos el sujeto no está solo. El mundo de
los hechos es la
zona de la comunidad. Es la zona compartida por sujetos que comparten,
que son
participantes comunes de sus evidencias, convicciones e inseguridades.
La zona
de los hechos es el lugar del lenguaje, del logos compartido,
el lugar
socio-simbólico. 18.
En el Tractatus dice WITTGENSTEIN: “El sujeto no pertenece al
mundo sino que es un límite del mundo (11). Esto significa
que el sujeto
no puede expandirse agotándose en la comunidad de lenguaje, en
la forma de vida
compartida y en sus imperativos simbólicos. El sujeto no se
expande. Es
límite de la comunidad. Límite y resistencia. Vive su
vida en horizontes
separados, pero no desaparece en la comunidad. Sobresale de ella.
Aunque el
sujeto se basa en el fundamento compartido de la forma de vida
compartida, se
abre paso a través de estas formas como resistencia solitaria.
Atraviesa el
horizonte compartido y marca un límite. Es el horizonte del
horizonte. 19.
¿Cuál es el sentido de un roce con la verdad?
¿Qué es fundamentalmente
verdad? ¿Qué significa el roce con la verdad como forma
de vida? Llamo verdad
al espacio de este límite. Experiencia de la verdad es roce con
el límite. El
sujeto es sujeto de verdad como sujeto de este roce. En tanto
roza con
una verdad, se roza también a sí mismo de manera
equivocada. Un “sí
mismo” que en rigor no existe. Toma contacto con un (imposible)
más allá. 20.
Llamo sujeto – en un gesto que tal vez no es más meramente
nietzscheano
– al que toma responsabilidad por su inocencia. ¿Responsabilidad
con respecto a
quién? No con respecto a sí mismo, en tanto que
este “sí” y este “mismo”
señalan características de identidad, dado que sujeto
quiere decir aquí
el más allá de la identidad, y a este más
allá cuyo representante situacional
es el sujeto, lo llamo verdad. El sujeto asume responsabilidad por una
verdad y
con relación a la verdad de su situación. Es evidente que
esta verdad no
pertenece a la situación misma. Basta pensar en la
definición que da PLATON de
la idea tou agathou como epekeina tes ousias: la idea
del bien,
la verdad, se refiere al más allá constitutivo de una
relación ontológica. (12)
Este es el punto ciego de todo sistema constituído y
establecido. ¿Qué se
ganaría si se hiciera aquí el reproche del “idealismo”?
¡Verdad es lo que se
rehúsa a la cognoscibilidad, a la idealidad de los hechos! Y la
insolencia
sería la predisposición a integrar dicha resistencia – lo
incognoscible mismo –
en su vida. 21.
El realismo de la filosofía es realismo amante de un sujeto que
se
niega a elegir entre las alternativas de un realismo vulgar y de un
idealismo
soñado. En tanto la filosofía desea la verdad, desea lo
real. Filosofía no es
temor de la realidad. Aunque pueda ser un movimiento de huída,
no huye de la
realidad. La filosofía huye del sustituto de realidad que se
llama a sí mismo
realidad. Filosofía es realismo, deseo de realidad en este
sentido. 22.
Lo que es verdadero es imposible que sea cierto. La certeza
surge al saltar por encima de la categoría de verdad. Se
inventan certezas para
evitar verdades. El sujeto de la certeza es sujeto de realidad de
hechos. 23.
El sujeto toma contacto con lo anónimo. Como lo han mostrado
BATAILLE,
SARTRE y LACAN, la experiencia de lo heterogéneo, la
experiencia de lo exterior,
la experiencia de la contingencia, (13) la experiencia de lo real,
es una experiencia límite que desgarra al sujeto de su seguridad
interior. El
sujeto se pierde como sujeto de autocontrol y de control del mundo. Se
precipita desde su esencia y experimenta el terror de una
alienación y
desintegracíón absolutas. 24.
El devenir del sujeto describe la confrontación del sujeto con
su
inconsciente, que es roce del límite del orden de la conciencia. 25.
La pregunta por el roce con la verdad tiene que extenderse a la
pregunta por el sujeto. El sujeto vive como sujeto un roce con
cierta
verdad. Ser sujeto significa hacer un pacto con una verdad. 26.
Existe algo así como un sujeto sólo como sujeto de una
verdad. El
sujeto ni dice la verdad, ni tampoco está en la
verdad, en la apertura
del ser como la llama Heidegger. Sujeto es aquello que experimenta
el
límite de la verdad de la apertura así como la
limitación de la verdad de la
proposición. 27.
Llamo rozar lo intocable a la experiencia del límite y de la
limitación (de
la circunscripción de lo fáctico como verdad de hecho).
El sujeto logra el roce
en el momento de la decisión por una verdad, que no
preexistía como tal.
Él prefigura y constituye al objeto y punto de mira de su
afirmación en tanto
se identifica con él. 28.
La identificación del sujeto con una verdad es un acto de
autocompromiso, de fidelidad, como la llama Badiou.(14) La
identificación con una verdad es traspase y suspensión de
un modelo de hechos
identificatorios. Sólo hay identificación como
abrogación del principio de
identidad. El sujeto de la identificación roza lo imposible.
Hace coalición con
lo inconcebible y se lanza hacia lo indeterminado. 29.
El sujeto de este lanzamiento es sujeto icárico del sol. No se
le podrá
absolver de una especie de hybris constitutiva y estructural.
GADAMER
habla de las “alas de Ícaro de la filosofía
especulativa”, (15) que hacen del
sujeto un Ícaro que se precipita aceleradamente más
allá de la determinación de
los hechos y del logos paterno. El sujeto de la verdad es
sujeto icárico
del sobrevuelo de los hechos y de sí mismo. En el vuelo de la
verdad sobrevuela
la no verdad de sus determinaciones (y las “del mundo”) (reflexivas)
identificatorias y por tanto exteriores. Toma distancia de su estado
cósmico
factual con el objeto de definir su mismidad como autodistanciamiento
acósmico,
como toma de distancia de las partes fácticas que lo constituyen
de forma ajena. 30. ¿Puede
darse un roce con cierta
verdad sólo para un sujeto singular de lo tremendo – para el
sujeto del
desierto? ¿O va unida al concepto de verdad – con la verdad
universal como
proposición singular – la promesa de abrir la experiencia
singular de la verdad
a la verdad de la experiencia en general? Abrirla a una verdad que si
bien sólo
puede ser afirmada singularmente, tiene validez universal. Sin duda hay
(ciertamente muchos) sujetos que excluyen la verdad con relación
a sí mismos.
Pero verdad es aquello cuyo acceso no le está impedido a nadie.
Aquí se
fundamenta la implacabilidad de toda verdad: el hecho de que no excluye
a
nadie, que no olvida a nadie (cf. KAFKA, Ante la ley). 31.
Un roce con cierta verdad sucede cuando el sujeto está obligado
a
acelerarse más allá de su mismidad concreta, cuando se
pierde en el contacto
con lo no contactable en el mar de lo insoluble. 32.
Verdad es aquello que es demasiado, lo que sobra, lo que el sujeto no
puede
devorar. 33.
La verdad no puede ser fundamentada por la filosofía y el arte.
La verdad
sólo puede ser afirmada. La verdad es infundable. La verdad
acontece cuando el
sujeto se aliena del orden simbólico, de su integridad
socio-cultural así como
de las fantasmagorías de lo imaginario. Hay verdad en el momento
en el que
filosofía y arte (además de otras formas de
afirmación como por ejemplo las
ciencias) rozan lo imposible – la virtualidad pura, lo real o el caos –
con
riesgo de transgredir el horizonte. (16) Filosofía y arte tienen
que afirmar
este roce que es roce con una verdad. Ellas realizan este movimiento y
lo
defienden. Son formas de realización de verdades no
preexistentes. No se trata
de encontrar, descubrir o descifrar verdades. Se trata de inventarlas:
¡Producir verdad! “’Verdad’ no se da ‘en sí’, no
está objetivamente disponible”
y como tal descifrable, “sino que debe ser conquistada”, escribe
HEIDEGGER.
(17) Una tal verdad en tanto es producto de un sujeto beligerante y
conquistador, no es por esta razón relativa en el
sentido más modesto de
la palabra. Filosofía y arte afirman verdad – el arte afirma
verdad a través de
afirmación de la forma – en tanto que rehúsan el
relativismo de las verdades de
hecho y el régimen de demostración y certeza
argumentativa. (18) La filosofía y
el arte no afirman hechos sino que constituyen verdades que corrompen
el orden
de los hechos. El lugar de la verdad no puede encontrarse en el
universo de los
hechos. Este es el utopismo de la verdad, el que esté loca como
tal, en otro
lugar. El que haga explotar al registro de los hechos; el que
insista en
otro lugar no registrado en esta topología. 34.
El hombre está determinado por la tendencia hacia el roce con el
límite, a
la infracción del límite y al traspaso del límite.
Es evidente que la relación
con lo no vivible pertenece a la vida humana, así como el habla,
la relación
con lo indecible. Es esta relación, esta tendencia y esta
embestida contra los
límites del lenguaje a lo que WITTGENSTEIN llama ética.
El lugar de lo
ético no es la vida o el mundo. Es este límite, la zona
de contacto entre el
mundo y el más allá del mundo, entre vida y muerte. El
lugar de lo ético es un lugar
problemático. 35.
El sujeto humano habita este lugar como sujeto de esta tensión o
disponibilidad:
(19) como sujeto de la tendencia. Él es en este sentido sujeto
ético, sujeto
del roce de lo intocable, sujeto de autotranscendencia. Es un sujeto
problemático puesto que sólo es sujeto en base a la
disponibilidad para
sobrepasar al sujeto. Sólo hay ética como relación
a lo no relacionable, sólo
en tanto el sujeto llegue hasta la dimensión de apertura del
mundo y cierre del
sujeto. El extenderse del sujeto hasta esta dimensión hace de
él un sujeto
ético, que sobrepasa el espacio del mundo. Este sobrepasar
está colocado
delante de su estado de sujeto. Es primordial. Sólo hay sujeto
como contacto
con lo no subjetivo. Lo no subjetivo no es el mundo objetivo puesto que
el
mundo como algo objetivo siempre es mi mundo subjetivo: “Yo soy mi
mundo”. (20)
Lo no subjetivo es la esfera de una no-familiaridad mucho mayor que la
relacionada con el mundo y los objetos. Alcanzar esta no-familiaridad
es lo que
quiere decir la experiencia de trascender al mundo. Pero esta
trascendencia no
es completa. No alcanza a algo permanente. No se abre a lo ya abierto.
Es
apertura con relación al cierre del mundo. En la trascendencia
el sujeto se
experimenta como límite, que se abre a la nada. Trascendencia es
roce con este
límite y cierre, experiencia de la inmanencia absoluta. 36.
El roce con el límite es traspase puesto que no hay un
más allá del límite.
Sólo hay un límite que puede ser traspasado en tanto es
rozado. ¿Traspasado
hacia qué? Hacia la dimensión de cierre absoluto que
coincide de forma
insoluble con la libertad trascendental. ¿Qué es
filosofía sino experiencia de
esta libertad y cierre? En lugar de creer que la filosofía
debería ser algo
cercano a la vida y limitarse a lo posible, hay que defender el
“carácter de
ataque de la filosofía”, que se diferencia del postulado de la
“cercanía a la
vida”, del carácter de cercanía a la vida de la
filosofía en tanto dicho
carácter de ataque conjugue al sujeto con lo imposible, lo no
vivible, con la
libertad absoluta como infinidad pesante. En cierta manera se
trata en
la filosofía de sacar al sujeto de la mera vida, de determinarlo
como algo
esencialmente distinto al de una existencia animal. Mientras que
WITTGENSTEIN
abre la vida al cierre de la vida, a la muerte, a lo no vivible y lo
maravilloso, también HEIDEGGER parece definir el contacto
problemático de la
existencia humana con la dimensión de lo suprasubjetivo como
subjetividad del
sujeto mismo. Sujeto es lo que es más que un sujeto. Hay un
sujeto sólo como
traspase de sus funciones de sujeto. Sólo el sujeto que se abre
al cierre y a
la muerte puede ser llamado con razón: sujeto de una
autotrascendencia original. 37.
Caos es el nombre de la verdad que se muestra al sujeto del roce con
una
verdad como abismo que se abre como cierre abierto. La ética
“caosmótica”
relaciona al sujeto con lo no relacionable, con el límite que lo
mantiene en
contacto con el caos. Mas no se puede pedir de la ética y del
concepto de lo
ético sino que exija la transparencia del sujeto para con lo no
transparente,
a fin de que el sujeto se reconozca en su total desamparo y
soledad. 38.
El rozar lo intocable exige una cierta medida de voluntad y coraje. El
sujeto del roce es sujeto de la libertad de autovaciamiento y
autotransgresión.
En lugar de encerrarse en su propia imagen debe tener el coraje de
activar a
otro sí mismo. Él es el sujeto de un alzamiento de
sí autoagresivo por medio
del cual se atribuye toda la responsabilidad a sí mismo. 39.
El sujeto del autotraspase, del autodesligamiento y del rozar el
límite es
sujeto finito de lo infinito. Es sujeto de verdad en tanto verdad
es el
nombre del “desgarramiento primordial o del vacío" (21). Es un
sujeto
abierto a la nada de la “originalidad” pre-original. Sujeto
ontológico, cuya
verdad no pertenece ni al orden ontológico del ser ni al orden
óntico (del
ente). La verdad del sujeto de la verdad es apertura con respecto al
ámbito
conflictual de ser y entes, al combate (éris) o guerra (pólemos)
entre apertura y cierre, a la... diferencia ontológica.
Como sujeto de
la verdad el sujeto del roce con la verdad es un sujeto que conserva la
diferencia entre léthe y alétheia, tierra
y mundo, oscuridad y
luz. Con relación a esta diferencia – con respecto a un
conflicto que no se
inscribe ni en el registro de lo cognoscible ni en el de lo no
cognoscible:
¡Este conflicto describe la compatibilidad monstruosa entre saber
y no saber!
–, el sujeto tiene que afirmar una forma que sería al mismo
tiempo forma de
verdad y forma de vida, una forma que corresponde a la
informidad
misma. 40.
Rozar una verdad exige del sujeto que se exponga al estremecimiento del
desorden pre-original, dándoles a los temblores un nombre a
medida, una forma.
Con todo el autotraspase del sujeto de certeza hacia la extraña
verdad no es
algo exterior al sujeto. El sujeto juega y pierde en este contacto
problemático
su conciencia de los hechos. Es el “contacto con una pura exterioridad"
(22) que marca el rozar lo intocable, la experiencia de un
límite absoluto. 41.
El sujeto del amor a la verdad es sujeto de autotrascendencia hacia la
dimensión de una verdad que es irreductible tanto a la esfera
del saber como a
la del no saber y del creer. El “proceso”, escribe BADIOU, de lo
“universal o
de una verdad” marca el traspase del saber establecido: “También
se podría
decir que una verdad no tiene ninguna relación con el saber e
incluso que ella
es esencialmente inconsciente." (23) Verdad no es verdad de
conocimiento,
de creencia o de hechos. Verdad marca el límite de la
luz del
conocimiento, del creer y de los hechos. 42.
El pensamiento de la luz tiene que afirmarse como pensamiento de la
tiniebla. A semejanza del sujeto de la experiencia del otro, de lo
imposible,
del futuro absoluto o del evento, también el sujeto de
la afirmación de
la luz asevera una oscuridad originaria como fundamento que posibilita
su
experiencia. Como pensamiento de lo posible está subordinado a
la experiencia
de lo imposible, decide, como lo ha repetido incansablemente Derrida,
en la
noche de la isolubilidad. (24) 43.
Lo que distingue el amor a la verdad de creer en la verdad es que el
sujeto
del amor no presupone la verdad como algo dado substancialmente.
Ésta es otro
nombre de la nada. 44.
La filosofía en tanto representa un evento europeo – el evento
de una
cultura del logos que dura más de 2500 años – se
relaciona desde el
comienzo con la luz (el sol platónico, el lumen
cristiano, la Aufklärung,
las lumières o el Enlightenment, la evidencia
husserliana y la Lichtung
heideggeriana) (25). Ella se encendió en su origen como
metafísica de la luz:
desde al rayo de HERÁCLITO que todo lo gobierna, pasando por
Platón y el
neoplatonismo de PLOTINO, PROCLOS y PORFIRIO, por AGUSTÍN hasta
ROBERT
GROSSETESTE, ROGER BACON, BUENAVENTURA y ALBERTO MAGNO, para dominar
desde el
fin de la Edad Media a toda la Edad Moderna, a las metafísicas
de la
autotransparencia del cogito, a la búsqueda de una
certeza apodíctica (certitudo),
a la autofundamentación o autofundación en la evidencia
de la autoconciencia.
Como si desde su aurora el sujeto occidental hubiera estado bajo el
dictado de
una luz que lo condena a articularse a sí mismo y a su mundo en
conceptos de lo
manifiesto, la claridad, la visibilidad y la apertura, y por tanto
hasta cierto
punto de una evidencia lógica: “Desde hace 2500
años todo lo que es y
deviene aparece bajo la luz del logos: a través del logos y como
logos."
(26) 45.
Sin embargo está claro que al sujeto de la luz pertenece
el contacto
con una oscuridad que entenebrece la luz de la evidencia. El sujeto de
la luz
está acompañado por la amenaza de su oscurecimiento.
Experimenta la eficiencia
de esta tiniebla en todas sus emociones y actos. Sólo hay
pensamiento en relación
con el límite que señala la imposibilidad del
pensamiento. Rozado por el no
sentido, todo pensamiento tiene que elevarse a afirmaciones de sentido.
Sólo en
relación al roce con el no sentido tienen sentido libertad,
razón, o
responsabilidad como condición de posibilidad de autoalzamiento.
46.
Pensar la infancia de la filosofía, Grecia, no significa
mucho
más que señalar al Mar Mediterráneo y a los
pueblos que sobre él triunfaron.
Del filósofo se puede decir lo que dice HEGEL del pueblo de los
helenos: que
ellos están en su casa sobre el agua del mar, que la “naturaleza
de su patria”
(DELEUZE y GUATTARI hablan de una “estructura fractal” de Grecia: “cada
punto
de la península está tan cerca del mar y la costa es tan
extremadamente
larga" (27) los llevó a una “existencia anfibia” que pudo
extenderse
“libremente en la tierra firme" (28), y que este “más
allá del mar con
respecto a la estrechez del terreno” le proporcionó al griego
una forma de
éxtasis mediterráneo en tanto que le dio una
“representación de lo
indeterminado, ilimitado e infinito”. Quien aspira a aclimatarse en el
“elemento más peligroso y poderoso” tiene que luchar con lo
mentiroso del
engaño oceánico (29). El filósofo pone sus
esperanzas y pasiones, “arriesgando
aún la pérdida de su propiedad y de su vida” siendo
víctima de la permanente
incontrolabilidad del poder oceánico. Mientras el sujeto
permanezca afectado
por lo inconsciente, lo casual o por cualquier tipo de oscuridad, el
cuerpo de
los conceptos se encorva y distiende en el elemento talásico.
Nada es más
cierto que este agua, el que no hay un más allá del agua,
una costa segura una
tierra libre de inundaciones. Hay que inventar intencionalmente cada
orilla y
aún en el caso de que estos inventos tengan éxito, el
caos oceánico encierra a
cada concepto como una isla que amenaza hundirse nuevamente en la
próxima marea.
NOTAS 2.
Cf. Juliane REBENTISCH, Ästhetik der Installation,
Frankfurt a.M.
2003, p. 276ss: „Allí donde el arte intenta hacerse premiar en
nombre de
afirmaciones políticas directas, descuidando su lado propio de
la forma [...]
no sólo reproduce en x-veces de repetición
histórica la falsa alternativa entre
formalismo y ‘contenismo’. Más bien que al chantajear la propia
importancia
basándose simplemente en sus contenidos, corre peligro de
quedarse atrás con
respecto al concepto de arte. Además reduce también en la
mayoría de los casos
la complejidad de los problemas sociales y/o teóricos que
intenta recomponer.
Este tipo de arte de recomposición en el peor de los casos no
trasmite nada que
no hubiera sido reconocido ya independientemente de él y en la
mayoría de las
veces en forma más diferenciada por la teoría. [...] El
arte nunca comunica, si
merece este concepto, directamente.” 3.
Alain BADIOU, Über Metapolitik, Zürich/Berlin 2003,
p. 114. 4.
Sobre el juego concertante entre frónesis (prudencia) y sofrosyné
(sensatez) Cf. ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco,
Libro VI, 1140 b 10 ss. 5.
„Darse a sí mismo el derecho de actuar“, dice Nietzsche: el
derecho a la
„gran decisión” y a la “gran responsabilidad”, que está
ligado a la inocencia ontológica,
a la soledad esencial, a la desnudez trascendental y a la pobreza
substancial
del sujeto. Cf.
Friedrich NIETZSCHE, Nachgelassene Fragmente 1884-1885, KSA 11, p. 160.
6. Ludwig
WITTGENSTEIN, Vermischte Bemerkungen, Frankfurt a.M. 1994, p.
31. 7.
Ludwig WITTGENSTEIN, Vermischte Bemerkungen, op.cit. p. 41. 8. Ludwig
WITTGENSTEIN, Vortrag über Ethik, Frankfurt a.M. 1989, p.
18. 14.
Alain BADIOU, L’être et l’événement,
Paris : Seuil 1988, p.
257-265. 17.
Martin Heidegger, Parmenides, Gesamtausgabe Bd. 54, Frankfurt
a.M. 1992,
p. 25. 21.
Maurice BLANCHOT, L’entretien
infini, Paris 1969, p. 120. 22.
Gilles DELEUZE, Die
einsame Insel, op.cit., p. 372. 23.
Alain BADIOU, „Das Ereignis
denken“, en: Alain BADIOU / Slavoj ZIZEK, Philosophie und
Aktualität. Ein Streitgespräch, op.cit., p. 35. 24. Cf.
Jacques DERRIDA, Marx
&
Sons, Frankfurt a.M. 2004, p. 63 :
« Lo ‘insoluble’
no fue para mí nunca lo contrario a la decisión, sino la
condición de
posibilidad y, por cierto, en todos los casos en los cuales dicha
decisión no
puede ser deducida como lo haría una computadora. 25. Por
mucho que
HEIDEGGER niegue la relación entre luz y Lichtung (el
claro), el
pensamiento de la Lichtung, de la verdad del ser
o del evento
permanece connotado con un vocabulario luminoso. 26. Kostas
AXELOS, Le
jeu du monde, Paris 1969, p. 103. 27.
Gilles DELEUZE / Félix
GUATTARI, Was ist Philosophie?, op.cit., p. 99. 28.
G.W.F. HEGEL, Vorlesungen
über die Philosophie der Geschichte, Werke Bd.12, Frankfurt
a.M. 1989, p.
280. 29.
G.W.F. Hegel, Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte,
op.cit., p. 116 ss.
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