¿Qué
es el fútbol? El fútbol es un juego. ¿Qué es un juego? Para
entender fenomenológicamente al
fútbol como juego lo importante es tematizar primero el
"quién
juega" y cómo ese "quién" se da siempre en un juego de
reconocimiento por el cual nos apreciamos o no en nuestras
identidades compartiendo un mundo común.
El jugador o la
jugadora de
fútbol no es un individuo aislado con un yo separado del mundo,
sino que el fútbol como juego
sólo tiene
sentido desde el horizonte de un quién que se construye
socialmente en base a un proceso de reconocimiento en un mundo
compartido. Dicho proceso es
espacio-temporal en el sentido de un estar distendido
(pasado - presente - futuro) de la existencia como juego en general y
del
juego
existencial que es el fútbol entendido
fenomenológicamente como fútbol
y no como un hecho
biológico, físico,
económico, etc.
El
fútbol es un juego con reglas, normas y valores que lo
constituyen como tal. Los o las jugadoras se reconocen en
base a la libertad mutua que les permite gracias a su ser-en-el-mundo
contingente y compartido iniciar siempre un acto nuevo, no determinado
por los anteriores, si
no el fútbol se transforma con un proceso computacionable y deja
de ser un juego libre humano. La
finalidad es simplemente ganarle al otro equipo,
es decir en algo intranscendente, propio del juego como juego que se
juega en
este caso, como en otros similares, en torno a un objeto tan voluble
como es la pelota de fútbol.
Es esta
volubilidad y no seriedad del juego del fútbol donde los
expectadores comparten en su quién los elementos esenciales del
fútbol como son el
reconocimiento mutuo en un
horizonte espacio-temporal libre y contingente con un fin que
consiste simplemente en un mutuo reconocimiento, el cual se vuelve en
un objeto
de trueque en la medida en que este juego se objetiviza en
imágines, textos
etc. formando parte del trueque económico. Si dicho trueque
predomina sobre el
fútbol como juego,
pierde este su fundamento sin fundamento, o sea su caracter
de juego libre
que es su misma esencia y sin el cual no es más juego
sino mera
computación de movimientos, fuerzas y energías así
como objeto de cambio.
Como juego humano incluye no
sólo el quién de los
jugadores que forman un equipo es decir un
juego de quienes se reconocen entre sí y en juego con otro
equipo. El quién grupal tiene sus modos
específicos enraizados en diferentes culturas. El fútbol
se
juega hoy en un horizonte de medios digitales diferente al tipo de
globalidad
anterior al
surgimiento de los medios de masas del siglo XIX y XX. El fútbol
como juego se materializa y virtualiza en el mundo cibernético.
La
cancha como espacio propio del futbol es un tiempo-espacio con sus
reglas y valores que constituyen el ethos
fubtolístico. Siendo así que el fútbol es una
forma de jugarse de la existencia espacio-temporal en la que los
jugadores
se reconocen en sus identidades es un proceso contingente, y libre,
creándose una identidad que se expresa en el
nombre del equipo, sus colores etc. Dicha identificación tiene
también lugar con quienes lo
reconocen como su equipo,
los hinchas.
Como en
todo juego humano, el fútbol se juega como corporeidad
distentida en el espacio y el tiempo. El
poder dar un
pase a otro jugador supone un quién que exista corporalmente en
la forma de su
posible estar allí o de percibir ecstáticamente al otro
como posible jugador
que tome la
pelota. La corporeidad del jugador de fútbol
es otra en sus propiedades y posibilidades específicas que, por
ejemplo, la
del jugador de tennis, la del boxeador o la del nadador. El cuerpo
humano no es así visto desde el
ángulo
biológico o físico sino fenomenológicamente
desde
el juego que se da en una apertura
espacio-temporal limitada, la cancha, con sus reglas
específicas relacionadas al mutuo reconocimiento o no
reconocimiento existencial (el foul
y el fair play).
El jugador en su
ser-corporal está
extendido existencialmente en su posibilidad
de estar allí en relación a otros, el pase, para el cual
la reflexión teórica, como en todo deporte, no forma
parte originaria del juego como juego, sino que el juego se basa en una
precomprensión práctica que lo
posibilita como juego entre libertades que comparten un mundo
común. Esto hace que el
lenguaje en la cancha tenga un sentido originariamente
pragmático y existencial. El dominio de la
pelota es menos un dominio que un
verse desde ella en la apertura de
posibilidades que abre entre los jugadores. El fútbol
es así un juego en el cual la existencia de
los jugadores se
entiende a sí
misma desde el entre que es
la cancha como espacio existencial
lúdico. El fútbol se juega como juego en, desde y para la
cancha. En la medida en que los jugadores comprendan su identidad
desde la cancha como apertura espacio-temporal de mutuo reconocimiento (fair play) con la posibilidad de
los pases libres del libero, es decir, más
allá de un esquema técnico preestablecido y precalculado,
es el
fútbol un juego auténtico.
Bibliografía
Martin
Gessmann: Philosophie
des Fußballs, 2011.
Gunter Gebauer: Das
Leben in 90 Minuten. Eine Philosophie des Fußballs.
München, 2016.
Ultimos cambios: 6 de marzo de 2022