Introducción
Dada
la profunda influencia de Blondel en Kant, y con él de la
filosofía
de la subjetividad, su obra se presta, leída superficialmente, a
una interpretación 'moderna' y voluntarista del hombre. Ella no
habría superado de hecho, y mucho menos reflexivamente, la
subjetividad
moderna. Esta crítica desde el punto de vista de la
filosofía
existenciaria (M. Heidegger, en especial) no ha sido tal vez formulada
explícitamente, pero se prestarían a ella muchas de las
interpretaciones
de la obra blondeliana. Era necesario pues un estudio que mostrara el
trasfondo
ontológico de los primeros escritos de Maurice Blondel y que
hiciera
dialogar de una forma fructífera a la filosofía
existenciaria
con la dialógica cristiana (1). Me propongo en
estas líneas comentar el trabajo que Juan Carlos Scannone ha
escrito
sobre este problema y que se titula Ser y encarnación. Hacia
el trasfondo ontológico de los primeros escritos de M. Blondel
(2).
En
primer lugar presentaré una síntesis de esta obra,
mostrando
su problemática, el modo de desarrollarla y la originalidad del
enfoque. Luego sugeriré otras posibles relecturas de la obra
desde
distintos ángulos: teológico, espiritual, social, etc.
I.
Scannone lector de Blondel
La
historia de la filosofía occidental, nos dice el autor en la
introducción,
es la historia del encuentro de la metafísica griega con el
cristianismo.
Con ello se abrían al pensamiento dos experiencias aparentemente
contradictorias: la que busca en el ser como espíritu y
fundamento
la unidad de lo real y la que la experimenta en la libertad
misma
como abismo y comienzo absoluto. En Blondel se da la conjunción
de estas dos experiencias: pues en él la pregunta por el
fundamento
se abre a la experiencia del abismo de la libertad. ¿Puede
surgir
de aquí una nueva metafísica?
Scannone
busca en los primeros escritos de Blondel y en particular en L'Action
un trasfondo ontológico. Pero esto no indica que no considere
desde
el comienzo el carácter ontológico de la
fenomenología
blondeliana, sino que intenta explicar una ontología
implícita
que permanece a menudo en el trasfondo de su obra. El título de
la obra Ser y encarnación señala la
encarnación
del ser en el ente, buscando el vínculo entre ser y ente, que
acontece
en y a través de la acción. El autor da una importancia
central
en su interpretación de la experiencia ontológica
blondeliana
a la noción de vínculo, que Blondel toma de Leibniz y que
él mismo señala como núcleo de su pensamiento.
Los
dos primeros capítulos de la parte introductoria los
dedica
el autor al estudio del vinculum en los primeros escritos de
Blondel,
en particular, sus Carnets intimes, sus cartas, y, sobre todo,
la
tesis sobre Leibniz. No se trata, sin embargo, de un análisis de
la génesis de L'Action, sino de un camino para la
comprensión
del trasfondo ontológico de la misma. El vinculum no
intenta
expresar meramente una experiencia personal e intransferible, pues
precisamente
"lo
propio de Blondel como filósofo es que pudo percibir en este
llamado
personal (neumático) lo general y noético, y que
experimenta
la unidad originaria de la presencia noética y neumática
del ser (sin eliminar la diferencia) y la busca expresar
conceptualmente."
(p. 32)
Un tercer
capítulo está dedicado a La autocomprensión de
Blondel sobre el lugar de su pensamiento en la historia de la
filosofía.
Los seis capítulos restantes integran la parte principal
de la obra.
El
capítulo 4 muestra a la acción como unidad originaria que
funda fácticamente en su unión y diferenciación a
todas las dicotomías del entendimiento (dicotomías entre
ser y pensar; ser y actuar; alma y cuerpo; yo y tú; yo y
nosotros;
obra y operante; sujeto y objeto; fe y ciencia; naturaleza y gracia).
La
acción se relaciona con el todo, ella es el absoluto realizado,
la encarnación del ser. Ella no tiene el sentido de praxis de la
filosofía moderna, ni tampoco es simplemente "cogito
existencial"
(Duméry) pues en su fuente no es sólo el espíritu
(nous) humano sino tambien el pneuma, la persona como
expiración
original del todo, que es como aspirado por ella.
El
autor aproxima
este
concepto al Dasein de la filosofía existenciaria,
mostrando
(con E. Przywara) que la filosofía de la acción es una
filosofía
del ser y que su objetivo no es sólo la pregunta por el sentido
de la vida humana sino también por el sentido del ser. El renversement
que acontece con la opción es paralelo a la "Kehre"
heideggeriana,
pero, a diferencia de Heidegger, Blondel destaca más la persona
y la nueva actitud existencial del corazón respecto al ser: la
filosofía
no es sólo reflexión sino también
"filosofía
practicante".
En
el capítulo siguiente estudia Scannone el método
blondeliano,
señalando su "con-versión filosófica" i.e. la
búsqueda
de un plano común para el creyente y el no creyente. Al
describir
el método de L'Action señala que a pesar de la
reducción
fenomenológica hay una ontología implícita desde
el
comienzo que se hace explícita en la cuarta parte y en el
último
capítulo de la quinta parte. Se trata de una
fenomenología
dialéctica y ontológica. La ciencia de la práctica
(vía indirecta) busca en último término abrirse
directamente
a la ciencia práctica. La verdad viva está más
allá
de ambos métodos y aparece en la pericóresis de ambos.
El
capítulo 6, La presencia inicial del ser en la
acción,
señala esa presencia que se da y se retira y que se descubre
luego
como la mediación del "Unique nécessaire", y que se
ofrece
libremente al hombre. Este Movimiento de la mediación del ser
(cap. 7) tiene una estructura dialéctica pero libre, siendo sus
tres momentos: la prospección, la retrospección y la
sustracción;
la acción es la pericóresis triunitaria de ellas y se
muestra
así dia-lógicamente como interpelación mutua de
una
libertad que se media y otra que la recibe. La lógica de la
acción
es la del logos como palabra de la libertad.
"La
norma de las normas es, por tanto, para Blondel, absoluta pero sin
embargo
histórica, no sólo en cuanto ella es la verdad del acto
libre
de la creación (la "vérité de l'amour
créateur"
A. 464), que se "encarna" en el factum de la acción, sino
también
en cuanto que ella se manifiesta de una forma progresiva e
inabarcable."
(p. 194)
De este
modo la historia no es el retorno de lo igual sino el advenimiento
irrepetible
de lo mismo:
"pues
la novedad neumática de la libertad penetra íntimamente
la
mismidad noética de la verdad y viceversa." (p. 195)
El
capítulo
siguiente La opción y la lógica de la acción
muestra a la opción como el punto central del movimiento del
ser,
del sentido y de la unidad. En la opción acontece la énosis
epantíon (la unión de los contrarios) que trasciende
todas las antinomias del entendimiento. La lógica de la
acción
tiene tres dimensiones, pues la libertad posibilita una tal
lógica
tridimensional. De este modo la opción es el punto central de la
dialéctica, y el acontecer de la unidad de los contrarios.
"En
esta dia-léctica dialógica hay lugar para el
discernimiento
de espíritus" (p. 216),
pues se
trata de una diálogo entre una Libertad incondicionada y otra
condicionada,
pero que la acoge libremente:
"La
norma de las normas no puede ser considerada como "una receta dada de
una
vez para siempre" (I. id. 119). Ella es la Verdad viviente" (p.
217)
De este
modo al conocimiento de la verdad después de la opción
mortificante
lo llama Blondel "ciencia práctica", que el autor contrapone al
"saber absoluto" de Hegel. El último capítulo, dedicado a
su vez al último capítulo de L'Action resume los
temas
fundamentales de la ontología blondeliana destacando una vez
más
que para Blondel el movimiento de mediación del ser tiene una
estructura
de vínculo, es decir, triunitaria, encarnatoria,
dialógica
e histórica,
"y
que, en último término, el ser es amor. Pues a
través
de la mediación libremente dada y recibida de la acción
acontece
la comunión del todo en el universal concreto en el que el "es"
de la afirmación del ser se dice primeramente con sentido pleno:
"Nous sommes des êtres dans l'Être" (A. 463). El
vínculo
del ser que es, del ser de los siendos en su totalidad y de los siendos
singulares acontece por la mediación de la acción." (p.
18)
Como podemos
apreciar, la riqueza de este trabajo no se deja sintetizar
fácilmente
y mucho menos la originalidad de sus enfoques. Destaquemos solamente
algunos
puntos. En primer lugar el concepto filosófico de
encarnación
como una nueva manera de pensar la participación que supera
(asumiendo)
el sentido metafísico de ésta en una dialéctica de
libertades y por tanto en una historia. La acción es
vínculo,
es participación, pero ella acontece fácticamente y se
ofrece
libremente a la libertad del hombre, y por eso es radicalmente
histórica.
Esto último no niega el carácter absoluto de la verdad
del
ser (su necesidad), pero no es un absoluto abarcable por el nous
del hombre, sino que se da (y se retira) al pneuma como luz que
ilumina cada paso ("lucerna pedibus", Ps. 118).
Este modo de pensar la
dialéctica como dialógica ontológica es
también
un enfoque original del autor, que hace así explícita en
un diálogo fecundo la más genuina intentio
blondeliana
desde la luz de la filosofía existenciario-ontológica.
Pero
también es este un diálogo fecundo para esta
última,
pues el autor recalca repetidas veces el sentido personal y
"pneumático"
de la filosofía blondeliana, pudiendo interpretarse a "la
acción
como núcleo de la persona humana" (p. 81). No se trata
de
una trasposición de la ontología a una filosofía
personalista,
pero sí se puede afirmar que en Blondel coinciden una
filosofía
de la persona y una filosofía del ser.
En
un artículo donde el autor presenta una reciente
traducción
de Gelassenheit de Heidegger (3), señala
también la unidad y la diferencia de Blondel y Heidegger con
respecto
a su concepción de la libertad y de la verdad del ser. En
Blondel
ésta puede ser llamada des-escondimiento (a-letheia),
pero
como palabra de amor del misterio.
"Si
la "a-letheia" es movimiento de amor (genitivo subjetivo y objetivo) es
comprensible que la respuesta a la verdad como palabra sea
"acción"
de gracias (agregando un momento "óntico" - entre comillas - al Dank
heideggeriano)."
Con las
comillas, agrega el autor en una nota, no quiere indicar una vuelta a
la
metafísica pre-heideggeriana de la sustancia y del sujeto, ni
tampoco
busca negarla plenamente, sino transcenderla para que reencuentre en su
fundamento su verdadero sentido. La palabra "personal" tiene por tanto
un sentido analógico.
II.
Perspectivas teórico-prácticas de la dialógica
blondeliana
Las
perspectivas que abre esta obra para el pensamiento (y la
acción!)
son múltiples y abarcan muy diversos campos, además del
filosófico
del que ya hemos hablado. Señalaré únicamente
alguos
de ellos a los que el autor se refiere a menudo explícitamente
en
su obra.
En
primer lugar es notoria la importancia de este enfoque para la Teología.
No sólo se insinúa en ella una nueva manera de pensar los
dogmas fundamentales del cristianismo (Trinidad, Encarnación,
Iglesia),
sino también de vivirlos. La filosofía de Blondel
es
también un testimonio filosófico y no mera
especulación,
lo cual no quita que sea auténtica filosofía. El mismo
Blondel
la llama "filosofía practicante". Ella señala un camino
para
superar la crisis de la teología, i.e. la separación
entre
teología especulativa y teología pastoral; un camino que
sin reducir una a otra, busca en la acción como unidad
originaria
el vínculo de ambas. Se trataría, por tanto, de una
Teología
encarnada abierta al acontecer imprevisible de la verdad viviente en el
diálogo histórico de la comunidad (koinonia)
eclesial
y universal.
Podríamos
hablar también de
"Teo-práctica"
si la entendemos no como algo contrapuesto a la Teo-logía, sino
incluyendo al logos como momento de la práctica en donde
acontece la identidad y la diferencia de la Teo-logía. Esta no
sería
tanto un saber (logos) sobre Dios, sino una sagesse cuyo
núcleo es el pneuma personal que aspira el don de Dios y
lo expira de una manera original. La acción humana es
precisamente
"el medio ("Mitte") y la mediación de este aspirar y expirar"
(p.
82).
Con
respecto a la espiritualidad, Scannone señala
expresamente
la influencia en Blondel de San Ignacio de Loyola (p. 215) y de otros
autores
espirituales. Puntos tan importantes como la "indiferencia", la
"elección"
y la "discreción de espíritus" encuentran un claro
paralelo
con muchas páginas de L'Action y con su intuición
fundamental. Por otra parte, la problemática de una
espiritualidad
comprometida con el mundo y la historia, la relación
íntima
del encuentro con Dios y la relación interpersonal, el sentido
social
e histórico de la opción fundamental, etc., se presentan
como posibles campos de investigación para una espiritualidad
que
busque sanar la neurosis fundamental del hombre contemporáneo:
la
separación entre la fe y la vida. Hablando en términos
blondelianos
diríamos que la verdad es "adaequatio realis mentis et vitae",
i.e.
"la
adecuación de la mens con el ser que se "encarna" en la vita
(que está allí como hexis aceptada por
ella
o como steresis que la juzga) y la adecuación de la vita
con la verdad viva que en la mens expande su luz." (p. 216)
Finalmente,
la filosofía de Blondel que Scannone nos enseña a leer en
su horizonte ontológico abre el campo para una nueva
reflexión
sobre el problema del diálogo con los no cristianos.
Este
problema se presenta acuciante en un mundo donde la injusticia
cuestiona
por encima de las interpretaciones que de ella se hagan. La
tentación
de separar teoría y praxis, o de subordinar una a otra, el
peligro
de hacer del mensaje cristiano sólo un testimonio
trascendente
olvidando el logos (y el Logos!) que lo emana en cada
situación
histórica, el intento de la técnica de transformar el
futuro
en un objeto manejable por la voluntad del hombre, y muchos otros
problemas,
adquirirían una nueva luz desde la radicalidad ontológica
y la apertura dia-lógica de la filosofía blondeliana.
Scannone
señala en Blondel ese plano común entre creyente y no
creyente,
esa situación fundamental que exige un reconocimiento libre y
razonable
del acontecer inobjetivable (pero tematizable desde y hacia la
experiencia)
de la verdad viviente. La lucha por la justicia y el sentido de la
historia
están íntimamente unidas de tal modo que la primera no es
verdadera si pretendo realizar por mí mismo ese sentido, en vez
de dejarlo acontecer en mí desde él. Pero también
la apertura al sentido encuentra su norma, i.e., se encarna
fácticamente,
en la dia-lógica de la praxis que no busca imponer a la sociedad
y a la historia su propio logos, sino que lo deja vivificar
desde
la diferencia (dia) y, por lo tanto, desde el diálogo
como
encuentro interpersonal.
He
destacado solamente algunos aspectos de esta obra que se nos ofrece
así
no como un estudio más sobre Blondel sino como un
pensamiento
original desde él, donde Scannone hace fructificar el
encuentro
de la filosofía existenciario-ontológica con la
dia-lógica
(y no sólo dialéctica!) cristiana de Blondel.